Vydáno dne 05.02.2011
Krátký příběh o třech bratrech, kteří se vydali hledat princeznu. Zjednodušená povídka.
Cierto hombre rico tenía tres hijos. El hijo mayor no quería quedarse en casa; quería ver el mundo. Su padre dió su consentimiento. Una mañana salió el joven de la casa de su padre. El padre le dió su bendición. También le regaló mucho dinero y un barco de oro. El joven se metió en el barco y se marchó. Llegó a una ciudad y fue a una posada. Los mozos de la posada pusieron el barco en una sala cerca de su alcoba. Entonces el joven salió a ver la ciudad.
Cuando pasó por el palacio vio un letrero en la puerta que decía:
--Dentro del palacio está escondida la hija del rey. El que la encuentre puede casarse con ella.
Él entró para buscarla; pero el rey le dijo que si no podía encontrarla dentro de tres días sería encerrado en el palacio. Él la buscó, pero no podía encontrarla y le encerraron en un cuarto del palacio.
Como el hijo mayor no volvió a casa, el segundo hijo salió a buscarle. Su padre le dió su bendición y le regaló un barco de plata. Se metió en el barco y se marchó. Después de algunos días llegó a la misma ciudad y a la misma posada que su hermano. Los mozos de la posada pusieron el barco de plata en la misma sala con el barco de oro. Vio el joven el barco de oro y conoció que su hermano estaba en la ciudad.
Salió a ver la ciudad, pasó por el palacio y vio el letrero en la puerta. Entró para buscar a la princesa. El rey dijo que allí estaba un joven encerrado porque no podía encontrarla. La misma suerte le esperaba si no podía encontrarla dentro de tres días. Él se decidió a buscarla pero tampoco la halló y le encerraron.
Como los dos hijos no volvieron a casa, el hijo menor quería ir a buscarlos. Su padre le dió su bendición y le regaló un barco de seda. Se metió en el barco y se marchó. Llegó a la misma ciudad y a la misma posada que sus hermanos. Los mozos pusieron su barco con los otros dos. Cuando vio el barco de oro y el de plata conoció que sus hermanos estaban en la ciudad.
También salió este joven a ver la ciudad. Vio el letrero en la puerta del palacio del rey. Se sentó en una piedra cerca de la puerta pensando si entraría o no. Después de algunos momentos se presentó una vieja que ofreció ayudarle. Ella preguntó si era rico. El contestó que tenía tres barcos, uno de oro, uno de plata y otro de seda. La vieja respondió: –Debe Vd. mandar hacer un loro grande de oro con peana de plata. En vez de ojos debe tener agujeros.
Colocóse este hermoso pájaro de oro y plata cerca del palacio. Cuando lo vio el rey, quería examinarlo. Lo llevaron seis hombres al palacio. Le gustó mucho al rey este loro grande y creía que también gustaría a su hija. Por eso dijo a los seis hombres que llevasen el pájaro a la princesa. El joven, que estaba dentro del loro, miraba por los agujeros que tenía en vez de ojos. Él notó que levantaron una baldosa detrás de una cama; que bajaron una escalera; que llegaron a un patio; que abrieron la entrada a otra escalera; que bajaron ésta y llegaron a otro patio; que abrieron una puerta y allí estaba la princesa con dos compañeras. Las tres jóvenes estaban vestidas de la misma manera. Los seis hombres pusieron el loro en la alcoba de la princesa. Durante la noche el joven tenía sed y salió del loro para beber. Cuando cogió el vaso de agua tocó la mano de la princesa que también tenía sed. La princesa estaba muy asustada pero el joven le dijo que iba a librarla de aquel encierro. Ella se tranquilizó y le dijo que llevaría en el dedo una cinta roja. Como sus compañeras tendrían cintas azules, él la conocería de esta manera.
Por la mañana sacaron el loro. Entonces el joven se presentó en el palacio
para buscar a la princesa. El rey le dijo que era necesario encontrarla dentro
de tres días. Si no podía hacer esto le encerrarían con sus dos hermanos. Él
insistió en entrar y comenzó a buscar. El primer día fingió no poder
encontrarla. El segundo día sucedió lo mismo. El tercer día, levantó la
baldosa detrás de la cama, bajó la escalera, llegó al patio, abrió la
entrada a la otra escalera, la bajó y llegó al otro patio, abrió la puerta y
vio las tres jóvenes. El rey creía que no le era posible reconocer a la
princesa entre sus compañeras. Pero él la escogió porque vio la cinta
roja
en su dedo. Entonces el rey dijo:
--No tengo más remedio que darle mi hija por esposa, porque la ha encontrado Vd. dentro de tres días.
El rey puso en libertad a los dos hermanos del joven. Éste envió por su padre, y con mucho regocijo se celebraron las bodas del hijo menor con la hermosa princesa.