Las Metamorfosis del Picapedrero
Había una vez un hombre que cortaba piedras de una roca. Su trabajo era largo y penoso, y muy mezquino en su salario, por lo que suspiraba tristemente. Un día, cansado de su ruda tarea, exclamó:
--¡Oh! ¿Por qué no seré yo bastante rico para pasar la vida tumbado sobre un blando lecho, provisto de cortinas que me libren de los mosquitos?
Entonces un ángel descendió del Cielo y le dijo:
--Que tu deseo sea satisfecho.
Y el hombre fue rico, y reposaba en blando lecho, provisto de cortinas de seda roja. Pero he aquí que el Rey de aquel país llega en su magnífica carroza, precedido y seguido de lujosos caballeros y rodeado de servidores que sostienen una sombrilla de oro sobre su cabeza.
El rico se sintió entristecido por este espectáculo y dijo suspirando:
--¡Oh, si yo pudiera ser rey!
Y el ángel descendió del Cielo, y le dijo:
--¡Que tu deseo sea satisfecho!
El hombre fue Rey y se paseaba en una magnífica carroza precedida y seguida de lujosos caballeros, y le rodeaban servidores que sostenían sobre su cabeza la sombrilla de oro.
El Sol brillaba de tal modo que sus rayos quemaban la hierba. El Rey se abrasaba de calor y decía que quería ser cómo el hermoso astro.
Y el ángel descendiendo del Cielo le dijo:
--¡Que tu deseo sea satisfecho!
Y el Rey fue transformado en Sol, y sus rayos se derramaban sobre la tierra, abrasando las hierbecillas y haciendo brotar el sudor del rostro de los Reyes. Pero una nube se eleva en los aires y tapa su luz. El Sol se irrita al ver su poder menospreciado y grita que se cambiaría por la nube.
Y el ángel desciende del Cielo y le dice:
--¡Que tu deseo sea satisfecho!
Y el Sol se convierte en nube que sombra a la tierra, y las hierbecillas reverdecen.
Y la nube se abrió y de sus flancos corrieron torrentes de agua que inundaron los valles, devastaron las mieses y ahogaron las bestias; pero nada podían contra una roca, a pesar de embestirla el oleaje por todos lados.
Entonces gritó la nube:
--Esa roca es más poderosa que yo; quisiera ser roca.
Y el ángel desciende del Cielo y le dice:
--¡Que tu deseo sea satisfecho!
Y la nube fue convertida en roca, y ni el ardor del Sol, ni la violencia de las lluvias podían conmoverla. Pero llega un obrero que comienza a golpearla, haciéndola pedazos con su martillo, y la roca exclama:
--Este obrero es más poderoso que yo; ¡Quisiera ser este obrero!
Y el ángel desciende del Cielo y le dice:
--¡Que tu deseo sea satisfecho!
Y el pobre hombre, transformado tantas veces, vuelve a ser el picapedrero que trabaja rudamente por un mezquino salario y vive al día contento con su suerte.